miércoles, 22 de agosto de 2007

El Mito de la caverna Platón - Socrates

El siguiente texto aparece en el libro "Filosofía Clásica" de Pablo Huneeus

¿Para qué estudiar?¿No será mejor ver tele?¿Hasta cuando me fastidian con libros y tareas?
Sócrates responde la pregunta por medio de un cuento denominado El Mito de la Caverna (...) Ahí, Sócrates compara la condición de ignorancia con la de encadenamiento y miseria humana.

Sócrates: Ahora represéntare el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagina un antro (caverna) subterráneo, que tenga en toda su longitud una abertura que dé libre paso a la luz, y en esta caverna hombres encadenados desde la infancia, de suerte que no puedan mudar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cadenas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tienen al frente. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, supóngase un fuego cuyo resplandor les alumbra, y un camino escarpado entre este fuego y los cautivos. Supón a lo largo de este camino un muro, semejante a los tabiques que los charlatanes ponen entre ellos y los espectadores, para ocultarles la combinación y los resortes secretos de las maravillas que hacen.
Glaucón: Ya me imagino todo eso
- Figúrate personas, que pasan a lo largo del muro, llevando objetos de toda clase, figuras de hombres, de animales, de madera o de piedra, de suerte que todo esto aparezca proyectado sobre el muro. Entre los portadores de todas estas cosas, unos se detienen a conversar y otros pasan sin decir nada.
- ¡Extraños prisioneros y cuadro singular!
- Se parecen, sin embargo, a nosotros, punto por punto. Por lo pronto ¿crees que puedan ver otra cosa de sí mismos y de los que están a su lado, que las sombras que van a producirse frente a ellos, al fondo de la caverna?
- ¿Ni cómo podrían ver más si desde su nacimiento están obligados a tener la cabeza inmóvil?
- Y respecto de los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra cosa aparte de sus sombras?
- No
- Si pudieran conversar unos con otros,
¿no convendrían en dar a las sombras que ven los nombres de las cosas mismas?
- Sin duda
- Y si en el fondo de su prisión hubiera un eco, que repitiese las palabras de los transeúntes, ¿no se imaginarían oír hablar
a las sombras mismas que pasan delante de sus ojos?
- Sí
- En fin, ¿no creerían que pudiera existir otra realidad que estas mismas sombras?
- Sin duda
- Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a estos hombres ,
si se les libra de las cadenas y se les cura de su error. Que se desligue a uno de estos cautivos, que se les fuerce de repente a levantarse, a volver la cabeza, a marchar y mirar hacia la luz; eso ha de causarle mucho sufrimiento; la luz le ofenderá los ojos, y la confusión que sentirá le impedirá distinguir los objetos, cuyas sombras veía antes. ¿Qué crees que respondería, si se le dijese, que hasta entonces sólo había visto fantasmas, y que ahora tiene delante suyo objetos reales y más aproximados a la verdad? Si en seguida se le muestran las cosas a medida que se vayan presentando, y a fuerza de preguntas se le obliga a decir lo que son, ¿no se le pondrá en el mayor conflicto, y no estará él mismo persuadido de que lo que veía antes era más real que lo que ahora se le muestra?
- Sin duda
- Y si se le obligase a mirar el fuego, no sentiría molestias en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en éstas
más disitinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra?
- Seguramente
- Si después se le saca de la caverna y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¡Qué suplicio sería para él verse arrastrado de esa manera! ¡Cómo se enfurecería! Y cuando llegara a la luz del sol, deslumbrados sus ojos con tanta claridad, ¿podría ver alguna de las cosas que consideramos reales?
- Así de pronto, no podría
- Necesitaría, indudablemente, algún tiempo para acostumbrarse a ello. Lo que distinguiría más fácilmente sería, primero las sombras; después, las imágenes de los hombres y demás objetos pintados sobre la superficie de las aguas; y por último, los objetos mismos. Luego dirigiría sus ojos al cielo, al cual podría mirar más fácilmente durante la noche a la luz de la luna y de las estrellas que a pleno sol
- Sin duda
- Y al fin podría, no sólo ver la imagen del sol en las aguas y donde quiera que se refleja, sino fijarse en él y contemplarlo allí
donde verdaderamente se encuentra
- Sí
- Después de esto, comenzando a razonar, llegaría a concluir, que el sol es el que crea las estaciones y los años, el que gobierna todo en el mundo visible, y el que es en cierta manera la causa de todo lo que se veía en la caverna
- Es evidente que llegaría como por grados a hacer esas reflexiones

- Si en aquel acto recordara su condición anterior, la idea que allí se tiene de la sabiduría y sus compañeros de esclavitud, ¿no se regocijaría de haber salido y no se compadecería de la desgracia de aquellos?
- Seguramente
- ¿Crees que envidiaría aún los honores, las alabanzas y recompensas que allí se daban al que primero veía pasar las sombras, al que con más seguridad recordaba el orden en que marchaban yendo unas delante o detrás de otras o juntas, y que en este concepto era el más hábil para adivinar su aparición; o que tendría envidia a los que en esta prisión eran más poderosos y más honrados? ¿No preferiría, como Aquiles en Homero, pasar la vida al servicio de un pobre labrador y sufrirlo todo antes que volver a su primer estado?
- No dudo que estaría dispuesto a padecer cuanto sea necesario antes que vivir de esa manera
- Fija tu atención en lo que voy a decirte. Si este hombre volviera de nuevo a su prisión, para ocupar su antiguo puesto, en este tránsito repentino de la plena luz a la oscuridad, ¿no se encontraría como ciego?
- Sí
- Y si cuando no distingue aún nada, y antes de haber sus ojos recobrado su aptitud, lo que no podrá
suceder sin pasar mucho tiempo, tuviere precisión de discutir con otros prisioneros sobre estas sombras, ¿no daría lugar a que
estos se rieran, diciendo que por haber salido de la caverna había perdido la vista, y no añadirían además, que sería de parte de ellos una locura querer abandonar el lugar en que estaban, y que si alguno intentara sacarlos de allí y llevarlos al exterior sería preciso cogerle y matarle?
- Sin duda
- Y bien, mi querido Glaucón, esta es precisamente
la imagen de la condición humana. El antro subterráneo es este mundo visible; el fuego que le ilumina es la luz del sol; este cautivo, que sube a la región superior y que la contempla, es el alma que se eleva hasta la esfera de lo inteligible. He aquí por lo menos lo que yo pienso, ya que quieres saberlo. Sabe Dios si es conforme con la verdad. En cuanto a mí lo que me parece en el asunto es lo que voy a decirte. En los últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que se percibe con dificultad; pero una vez percibida no se puede menos que sacar la consecuencia de que ella es la causa primera de todo lo bello y bueno del universo; que, en este mundo visible, ella es la que produce la luz y el astro de que ésta procede directamente; que en el mundo invisible engendra la verdad y la inteligencia; y en fin, que ha de tener fijos los ojos en esta idea todo aquel que quiera conducirse sabiamente...

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