domingo, 4 de noviembre de 2007

Discursos sobre la realidad




Los principales discursos interpretativos de la realidad que se han dado a lo largo de la historia son los discursos míticos, que incluyen el mito y la religión, y los discursos racionales, que incluyen la filosofía y la ciencia.

EL MITO Y LA RELIGION

1.2 EL TIPO DE DISCURSO MÍTICO: EL MITO Y LA RELIGIÓN.

Durante la mayor parte de la historia de la especie humana las explicaciones sobre la naturaleza y la sociedad tuvieron un carácter mítico y aún hoy pervive en muchas culturas este tipo de explicación. También los movimientos religiosos son de carácter fundamentalmente mítico.

1.2.1 El mito.

Cuando se trata de explicar los orígenes son relatos de actuaciones de los dioses o seres sobrenaturales que intervinieron en hechos extraordinarios acontecidos en un tiempo indeterminado, en el principio del tiempo, externo al tiempo histórico humano.
¿Qué características tiene este tipo de discurso o saber? ¿Cómo responde a las nuestras interrogantes? Las enumeramos a continuación:
1. Protagonismo de lo sobrenatural. En el mito las fuerzas naturales (el fuego, el viento, etc.) son personificadas y divinizadas: se trata de dioses personales cuya presencia y actuación como tales se deja sentir continuamente en el curso de los acontecimientos.
2. Modelo antropomórfico. Proyecta sobre el mundo (el conjunto de todos los fenómenos) y los dioses las motivaciones y experiencias personales de los humanos. Es decir, los dioses tienen, como los humanos, una personalidad o manera de ser y una voluntad libre, es decir, unos deseos, intereses y necesidades parecidas a los humanos. Todo cuanto sucede en el mundo se puede entender como el resultado de la personalidad y la voluntad de las divinidades (o fuerzas cósmicas) implicadas.
3. Modelo mágico. El futuro del mundo y de la humanidad está determinado por los deseos de los dioses, que son las fuerzas determinantes del universo. Para prever y conocer el futuro habremos de anticipar cuáles son sus intenciones. Eso es posible gracias a diversas técnicas de adivinación que pretenden conocer la voluntad de los dioses, bien preguntándoles a ellos directamente (por ejemplo, a través de un Oráculo) o bien analizando procesos azarosos que los dioses pueden modificar a su gusto (por ejemplo, lanzando dados o cartas) o bien mediante la búsqueda de signos o portentos especiales (por ejemplo, el vuelo de las aves, la interpretación de los sueños, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados, hechos maravillosos, etc.) El interés por influir en la voluntad de los dioses genera un conjunto de cultos, rituales, ofrendas, plegarias, etc. en los que la magia se convierte en un instrumento que permite ejercer un poder sobre la naturaleza y las personas.
4. Es un tipo de discurso:
a. Revelado. El mito es una historia sagrada que en muchos casos ha sido revelada, inspirada o dictada por la misma divinidad.
b. Dogmático. Se presenta sin ninguna posibilidad de duda, como una historia absolutamente verdadera. A los ojos del creyente el mito es indiscutible.
c. Irracional y aceptado por fe. El discurso mítico demanda una fe ciega. En él la creencia, la fe, es esencial.
d. Incontrastable. La veracidad de sus explicaciones sobre los hechos es imposible de comprobar.
e. Simplista. El discurso mítico tiene un nivel de explicación muy sencillo, ya que la narración acostumbra a ser poco detallada e imprecisa. Esto lo hace especialmente atractivo para mentalidades que quieren respuestas sencillas.

Autor: José Vidal González Barredo.

jueves, 13 de septiembre de 2007

LA CIENCIA EN FRASES

CITAS Y FRASES CELEBRES

1. El que posee las nociones más exactas sobre las causas de las cosas y es capaz de dar perfecta cuenta de ellas en su enseñanza, es más sabio que todos los demás en cualquier otra ciencia. (Aristóteles)

2. En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona. (Galileo Galilei)

3. En más de tres siglos de ciencia todo ha cambiado excepto tal vez una cosa: el amor por lo simple. (Jorge Wagensberg)

4. En realidad, entre la religión y la verdadera ciencia no existe parentesco, ni amistad, ni siquiera enemistad: viven en esferas distintas. (Friedrich Nietzsche)

5. Haber aprendido y no retenido no es ciencia. (Dante Alighieri)

6. Hasta las ciencias más adelantadas están saturadas de misterios y de preguntas sin respuesta. (Giovanni Papini)

7. La ciencia consiste en sustituir el saber que parecía seguro por una teoría, o sea, por algo problemático. (José Ortega Y Gasset)

8. La ciencia debe siempre explicar la vaguedad y complejidad mediante ideas más claras y más sencillas. (Claude Bernard)

9. La ciencia es el conocimiento organizado. (Herbert Spencer)

10. La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del entusiasmo y la superstición. (Adam Smith)

11. La ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real. (Max Planck)

12. La ciencia genuina, hasta donde alcanza su verdadera doctrina, carece de profundidad. la profundidad es cosa de la sabiduría. (Edmund Husserl)

13. La ciencia más útil es aquella cuyo fruto es el más comunicable. (Leonardo Da Vinci)

14. La ciencia moderna aun no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas. (Sigmund Freud)

15. La ciencia no me interesa. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradiccion, cosas que me son preciosas. (Luis Buñuel)

16. La ciencia nos ha hecho dioses antes de que mereciéramos ser hombres. (Jean Rostand)

17. La ciencia puede descubrir lo que es cierto, pero no lo que es bueno, justo y humano. (Marcus Jacobson)

18. La ciencia que se aparte de la justicia más que ciencia debe llamarse astucia. (Marco Tulio Cicerón)

19. La ciencia se puede aprender de memoria, pero la sabiduría no. (Lawrence Sterne)

20. La ciencia será siempre una búsqueda, jamás un descubrimiento real. Es un viaje, nunca una llegada. (Karl Poopper)

21. La ciencia viene, la sabiduría se queda. (Alfred Tennyson)

22. La felicidad no está en la ciencia, sino en la adquisición de la ciencia. (Edgar Allan Poe)

23. La ignorancia humana no permanece detrás de la ciencia, crece tan rápidamente como esta. (Stanislaw Jerzy Lec)

24. La ciencia y la música actual exigen de un proceso de pensamiento homogéneo. (Albert Einstein)

25. En realidad, prefiero la ciencia a la religión. si me dan a escoger entre dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire. (Woody Allen)

26. En torno de la esencia está la morada de la ciencia. Platón

27. Es un hecho que el hombre tiene que controlar la ciencia y chequear ocasionalmente el avance de la tecnología. Thomas Henry Huxley

28. El sentimiento es objeto de la ciencia, pero no criterio de la verdad científica. (Émile Durkheim)

29. La ciencia sin religión es coja y la religión sin ciencia está ciega. (Albert Einstein)

30. La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia. (Edgar Allan Poe)

LEER MAS EN: http://www.mundocitas.com/buscador/Ciencia/5

domingo, 26 de agosto de 2007

Elementos del proceso del conocimiento


1.1 ¿Qué elementos intervienen en el proceso cognitivo?.






Autor: José Vidal González Barredo.

Trabajo sobre: El conocimiento humano

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La teoría del conocimiento o gnoseología es la disciplina filosófica que intenta definir qué es el conocimiento, explicar su proceso de constitución y establecer sus límites y posibilidades.

Por lo tanto, trata de responder a las siguientes preguntas:

1. ¿Qué es conocer? Aquí trata de explicar:

a. ¿Qué elementos intervienen en el proceso cognitivo?

b. ¿Cuáles son las formas y niveles de representación mental de la realidad?

c. ¿Qué papel juega el lenguaje en la construcción de nuestro conocimiento del mundo?

2. ¿Cómo puedo conocer? Las cuestiones que aquí se plantean son:

a. ¿Cuál es el origen del conocimiento?

b. ¿Qué facultades intervienen?. La razón, los sentidos, ambos, …

a. ¿Siguiendo qué método? Se trata de saber cuáles son los pasos a seguir para obtener un conocimiento válido.

3. ¿Qué puedo conocer? Las cuestiones que aquí se plantean son:

a. ¿Qué relación existe entre mi conocimiento de las cosas y lo que éstas son?

b. ¿Cuáles son los límites del conocimiento humano?

c. ¿Cuáles son los tipos o grados de conocimiento?

4. ¿Qué es la verdad?

EVALUACION: Este trabajo lo harás en forma escrita. Utilice tus propias palabras para reconstruir la información contenida en los textos leídos, usando vocabulario, frases u oraciones distintas a la de los textos, pero equivalentes en significado (parafrasear).

Se valorará la compresión, la estructura y contenido de las respuestas, el trabajo individual, la realización de esquema, mapas mentales.

RECURSOS: http://clubdefilosofia10.blogspot.com/
Apuntes de Filosofía de José Vidal:
http://www.xtec.es/~jgonza51/
Diego Reina: http://www.inicia.es/de/diegoreina/material/indice_filoi.htm
http://www.monografias.com/trabajos/epistemologia2/epistemologia2.shtml
http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/IDEA/2007219/docs_curso/contenido.html


miércoles, 22 de agosto de 2007

La Ignorancia y la Ciencia en Platón

El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que se reflejan modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente. Uno de los individuos huye y sale a la luz del día. Con la ayuda del sol, esta persona ve por primera vez el mundo real y regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior si quieren liberarse de sus ataduras. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado fuera de la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto propio del conocimiento.
Sitio Web: Platón

El Mito de la caverna Platón - Socrates

El siguiente texto aparece en el libro "Filosofía Clásica" de Pablo Huneeus

¿Para qué estudiar?¿No será mejor ver tele?¿Hasta cuando me fastidian con libros y tareas?
Sócrates responde la pregunta por medio de un cuento denominado El Mito de la Caverna (...) Ahí, Sócrates compara la condición de ignorancia con la de encadenamiento y miseria humana.

Sócrates: Ahora represéntare el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagina un antro (caverna) subterráneo, que tenga en toda su longitud una abertura que dé libre paso a la luz, y en esta caverna hombres encadenados desde la infancia, de suerte que no puedan mudar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cadenas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tienen al frente. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, supóngase un fuego cuyo resplandor les alumbra, y un camino escarpado entre este fuego y los cautivos. Supón a lo largo de este camino un muro, semejante a los tabiques que los charlatanes ponen entre ellos y los espectadores, para ocultarles la combinación y los resortes secretos de las maravillas que hacen.
Glaucón: Ya me imagino todo eso
- Figúrate personas, que pasan a lo largo del muro, llevando objetos de toda clase, figuras de hombres, de animales, de madera o de piedra, de suerte que todo esto aparezca proyectado sobre el muro. Entre los portadores de todas estas cosas, unos se detienen a conversar y otros pasan sin decir nada.
- ¡Extraños prisioneros y cuadro singular!
- Se parecen, sin embargo, a nosotros, punto por punto. Por lo pronto ¿crees que puedan ver otra cosa de sí mismos y de los que están a su lado, que las sombras que van a producirse frente a ellos, al fondo de la caverna?
- ¿Ni cómo podrían ver más si desde su nacimiento están obligados a tener la cabeza inmóvil?
- Y respecto de los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra cosa aparte de sus sombras?
- No
- Si pudieran conversar unos con otros,
¿no convendrían en dar a las sombras que ven los nombres de las cosas mismas?
- Sin duda
- Y si en el fondo de su prisión hubiera un eco, que repitiese las palabras de los transeúntes, ¿no se imaginarían oír hablar
a las sombras mismas que pasan delante de sus ojos?
- Sí
- En fin, ¿no creerían que pudiera existir otra realidad que estas mismas sombras?
- Sin duda
- Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a estos hombres ,
si se les libra de las cadenas y se les cura de su error. Que se desligue a uno de estos cautivos, que se les fuerce de repente a levantarse, a volver la cabeza, a marchar y mirar hacia la luz; eso ha de causarle mucho sufrimiento; la luz le ofenderá los ojos, y la confusión que sentirá le impedirá distinguir los objetos, cuyas sombras veía antes. ¿Qué crees que respondería, si se le dijese, que hasta entonces sólo había visto fantasmas, y que ahora tiene delante suyo objetos reales y más aproximados a la verdad? Si en seguida se le muestran las cosas a medida que se vayan presentando, y a fuerza de preguntas se le obliga a decir lo que son, ¿no se le pondrá en el mayor conflicto, y no estará él mismo persuadido de que lo que veía antes era más real que lo que ahora se le muestra?
- Sin duda
- Y si se le obligase a mirar el fuego, no sentiría molestias en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en éstas
más disitinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra?
- Seguramente
- Si después se le saca de la caverna y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¡Qué suplicio sería para él verse arrastrado de esa manera! ¡Cómo se enfurecería! Y cuando llegara a la luz del sol, deslumbrados sus ojos con tanta claridad, ¿podría ver alguna de las cosas que consideramos reales?
- Así de pronto, no podría
- Necesitaría, indudablemente, algún tiempo para acostumbrarse a ello. Lo que distinguiría más fácilmente sería, primero las sombras; después, las imágenes de los hombres y demás objetos pintados sobre la superficie de las aguas; y por último, los objetos mismos. Luego dirigiría sus ojos al cielo, al cual podría mirar más fácilmente durante la noche a la luz de la luna y de las estrellas que a pleno sol
- Sin duda
- Y al fin podría, no sólo ver la imagen del sol en las aguas y donde quiera que se refleja, sino fijarse en él y contemplarlo allí
donde verdaderamente se encuentra
- Sí
- Después de esto, comenzando a razonar, llegaría a concluir, que el sol es el que crea las estaciones y los años, el que gobierna todo en el mundo visible, y el que es en cierta manera la causa de todo lo que se veía en la caverna
- Es evidente que llegaría como por grados a hacer esas reflexiones

- Si en aquel acto recordara su condición anterior, la idea que allí se tiene de la sabiduría y sus compañeros de esclavitud, ¿no se regocijaría de haber salido y no se compadecería de la desgracia de aquellos?
- Seguramente
- ¿Crees que envidiaría aún los honores, las alabanzas y recompensas que allí se daban al que primero veía pasar las sombras, al que con más seguridad recordaba el orden en que marchaban yendo unas delante o detrás de otras o juntas, y que en este concepto era el más hábil para adivinar su aparición; o que tendría envidia a los que en esta prisión eran más poderosos y más honrados? ¿No preferiría, como Aquiles en Homero, pasar la vida al servicio de un pobre labrador y sufrirlo todo antes que volver a su primer estado?
- No dudo que estaría dispuesto a padecer cuanto sea necesario antes que vivir de esa manera
- Fija tu atención en lo que voy a decirte. Si este hombre volviera de nuevo a su prisión, para ocupar su antiguo puesto, en este tránsito repentino de la plena luz a la oscuridad, ¿no se encontraría como ciego?
- Sí
- Y si cuando no distingue aún nada, y antes de haber sus ojos recobrado su aptitud, lo que no podrá
suceder sin pasar mucho tiempo, tuviere precisión de discutir con otros prisioneros sobre estas sombras, ¿no daría lugar a que
estos se rieran, diciendo que por haber salido de la caverna había perdido la vista, y no añadirían además, que sería de parte de ellos una locura querer abandonar el lugar en que estaban, y que si alguno intentara sacarlos de allí y llevarlos al exterior sería preciso cogerle y matarle?
- Sin duda
- Y bien, mi querido Glaucón, esta es precisamente
la imagen de la condición humana. El antro subterráneo es este mundo visible; el fuego que le ilumina es la luz del sol; este cautivo, que sube a la región superior y que la contempla, es el alma que se eleva hasta la esfera de lo inteligible. He aquí por lo menos lo que yo pienso, ya que quieres saberlo. Sabe Dios si es conforme con la verdad. En cuanto a mí lo que me parece en el asunto es lo que voy a decirte. En los últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que se percibe con dificultad; pero una vez percibida no se puede menos que sacar la consecuencia de que ella es la causa primera de todo lo bello y bueno del universo; que, en este mundo visible, ella es la que produce la luz y el astro de que ésta procede directamente; que en el mundo invisible engendra la verdad y la inteligencia; y en fin, que ha de tener fijos los ojos en esta idea todo aquel que quiera conducirse sabiamente...

viernes, 13 de julio de 2007

EL CHISTE Y LA SABIDURIA

El chiste, el acertijo y la broma son excelentes y necesarísimos ingredientes de la sabiduría, ya que su esencia es precisamente la ruptura del orden lógico y del conocimiento formal con alguna salida que, como una chispa, ilumina bruscamente el entendimiento con una novedad, se desgrana en risa y deja un sabor de ingenio en la mente.

De la tradición hasídica he aquí un tratado mínimo sobre la incertidumbre asumida. El rabino Eliezer se dirige en la madrugada a su sinagoga clandestina cruzando la plaza central de Varsovia, ocupada por fuerzas de cosacos antisemitas. Un oficial cosaco, ricamente montado observa con desprecio la figura del rabino y decide hostilizarlo. Se le avalanza amenazadoramente hasta acorralarlo con su corcel y le pregunta: "¿Dónde vas tan temprano, rabino?" "Quién sabe", replica el rabino humildemente. Encolerizado el cosaco le grita: "¿Cómo que quién sabe, rabino, si todas las mañanas te veo cruzar la plaza con paso decidido, seguramente hacia alguna sinagoga? Andando a la cárcel que te voy a interrogar." "Ya ves", le dice el rabino serenamente: "quién sabe."

Ahora, de la tradición sufi una anécdota sobre la fortaleza y la debilidad de la lógica y la retórica. El sin par Mulla Nasrudin, de quien continuamente se duda si es un santo o un loco, ha sido electo, con reticencias y para ponerlo a prueba, como juez local durante una semana. Llega el primer caso. Se trata de un litigio entre dos partes sobre la propiedad de un terreno. Nasrudin le da la palabra a la parte acusadora. El querelloso está tan brillante, tan seguro y es tan convincente que el Mulla se deja llevar por el entusiasmo y al final de su alocución le aplaude y le dice: "¡Tienes razón, tienes razón!" El secretario se escandaliza y le advierte al extraño juez: "¡Pero si no has escuchado a la parte contraria!" Nasrudin se calma y le da la palabra al defensor. Este también es claro y penetrante, su argumentación es excelente. Nasrudin, fuera de sí, lo interrumpe: "¡Tienes razón, tienes razón!" El secretario pierde la compostura y se levanta para inclinarse hacia Nasrudin con el dedo amenazante: "No seas idiota, no pueden tener razón las dos partes." Y Nasrudin le replica, igual de eufórico: "¡Tienes razón, tienes razón!"

A continuación una sabrosa anécdota zen sobre la falsa sabiduría. Yamoaka, un estudiante de zen, después de visitar a un maestro tras otro y sentirse cada vez más enterado llegó con el maestro Dokuon. Deseoso de mostrar su grado de comprensión le recita las verdades más profundas del zen: "La mente, el Buda y todas las cosas no existen en realidad. La naturaleza última de los fenómenos es el vacío. No hay nada de que percatarse, no hay engaño ni mediocridad. No hay nada que dar ni nada que recibir." Dokuon, que fumaba tranquilamente, se mantuvo silencioso e impasible. De repente y sin previo aviso le asestó un buen golpe a Yamoaka con su pipa de bambú. Esto enfureció al joven estudiante. "Si nada existe", inquirió entonces Dokuon con una amable sonrisa, "¿de dónde sale tanta rabia?"

Ahora un pequeño cuento taoísta. Shu Fu-Tseu era un erudito escéptico que no creía en milagros. Cuando murió su suegro y Shu lo velaba solitario, el ataúd se elevó lentamente hasta quedarse inmóvil en al aire. Shu se horrorizó y postrándose ante la caja gritó atropelladamente: "¡Venerable suegro, te ruego que no contradigas mis creencias!" Dicho esto el ataúd bajó lentamente hasta depositarse en el suelo, con lo cual Shu recobró aliviado su escepticismo.

Alfredo López Austin nos cuenta un chiste del ubicuo Pedro de Ordimales recogido de entre los indios tepecanos de Jalisco. Iban unos arrieros por el camino real cuando vieron a Pedro de Ordimales brincando para atrapar algo con su sombrero. "¡Vengan a ver el pájaro cu!", les gritó Pedro mientras cubría el suelo con su sombrero. "¿Cómo es el pájaro cu?", preguntaron los arrieros. "Muy bello", contestó Pedro. "Si quieren se los vendo. Páguenme y préstenme otro sombrero; pero no lo destapen ahora porque me sigue. Esperen a que me haya alejado." Los arrieros, deseando admirar y quizás vender el pájaro cu pagaron a Pedro lo que les pidió, le dieron otro sombrero y esperaron a que se alejara. Luego alzaron el sombrero poquito a poco y el capitán metió la mano para coger el ave. Tanteó, localizó, cerró los dedos y sintió cómo inundaba su mano un buen montón de mierda fresca.

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/152/htm/sec_16.htm

EL ORIGEN Y LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO

EL CONOCIMIENTO es una información sutil y formidable, personal y colectiva que buscamos, atesoramos y utilizamos. Es la esencia de la cultura y de las universidades, ya que lo que en aquélla se cultiva es el árbol que el mito bíblico llamó de la ciencia, y lo que define a éstas no son sus edificios, sino el lugar donde se genera, trasmite y difunde el conocimiento. Es un objetivo para el que tenemos disponible una energía intensa y misteriosa. La misma que impulsa a cualquier animal a informarse acerca de un lugar novedoso a pesar del riesgo. La que lo impulsa a mirar, oír, oler o tocar para, con esos datos, trazarse un mapa del mundo que le permita habitarlo y usarlo, en una palabra: adaptarse. Así, la función última del conocimiento es la adaptación, un asunto de vida o muerte.

El deseo de saber y su satisfacción, conocer, son el teatro de la vida misma, un drama permanente de conflicto y resolución que no sólo ha dado origen a la ciencia; mucho antes haría florecer a la filosofía, y aun antes, en la aurora del ser humano, al arte y a la técnica. Y también, aquí y allá, produjo sabiduría. Es así que aquellos pueblos que cultivaron el árbol del conocimiento cosecharon civilizaciones, culturas acabadas de sello propio, y aquellos individuos que lo labraron produjeron filosofías y enseñanzas, individuos y enseñanzas que han matizado y en más de un sentido impelido el devenir de los seres humanos sobre la Tierra.

Conocimiento y como consecuencia adaptación. Adaptación y como consecuencia evolución. Si este es el caso parecería de importancia capital detenerse a reflexionar sobre que es el conocimiento...

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/152/htm/sec_6.htm

LA VIDA EN OTROS PLANETAS

El hombre, igual que todos los seres vivos actuales, es el resultado de millones de años de evolución en los que las especies que han conseguido sobrevivir han sido las mejor adaptadas a las condiciones de vida de la Tierra. Sin embargo, se especula mucho sobre la posibilidad de colonias humanas en otros planetas en un futuro cercano, y en muchas películas y novelas aparecen seres humanos que viven, respiran y pasean tranquilamente por otras galaxias. ¿Qué problemas plantearía el vivir fuera de la Tierra para seres con un organismo diseñado para habitar nuestro planeta y nuestra atmósfera?

Una de las diferencias más perceptibles sería la atracción gravitatoria. Un hombre de 75 kg de masa (o de “peso”, como se dice vulgarmente) pesa 75 kg en la Tierra, pero pesaría mucho menos en la Luna, en Mercurio o en cualquier planeta o satélite de menos masa; por el contrario pesaría mucho más en Júpiter o en Urano. Cuanto más pequeño sea el planeta menos notaremos su atracción; nos sentiremos más ligeros, podremos saltar mucho más alto, será mucho más fácil subir cuestas, llevar cargas más grandes, etc. Los posibles habitantes del planeta podrían ser más altos y pesados que los terrícolas, podría haber más y más grandes animales voladores, y las cosas caerían al suelo mucho más despacio y con menos estrépito. En un planeta grande y pesado, subir escaleras podría ser muy agotador, nos haríamos mucho más daño al caer al suelo, tendríamos que conformarnos con levantar cargas más pequeñas, y probablemente la vida sólo sería apta para los bajitos o los delgados. Sin embargo, en el cine de ciencia-ficción los astronautas suelen andar sobre la superficie de planetas remotos igual que si estuvieran en la Tierra, sin sentirse nunca más ligeros ni más pesados.

Un problema todavía más importante que el del peso es el de la atmósfera: si ahora nos lanzaran al espacio exterior sin un traje de astronauta, naturalmente no tendríamos aire que respirar, pero, antes de poder asfixiarnos, ya habríamos muerto por congelación debido a la temperatura bajísima y también porque, a falta de una presión atmosférica que la compense, la presión de la sangre que circula por nuestras venas las haría reventar. La atmósfera, por cierto, es también la que permite la transmisión del sonido: el espacio es totalmente silencioso, a pesar de que en las películas se oigan grandes estruendos cuando una nave dispara un proyectil o se estrella. Encontrar un planeta con una atmósfera adecuada a nuestras necesidades sería un caso realmente excepcional: en primer lugar se necesitaría alguna fuente natural o artificial de oxígeno inagotable (en la Tierra las plantas generan el oxígeno que los animales consumimos), luego ese oxígeno debe formar parte de una mezcla, un “aire”, respirable para nuestros pulmones: el porcentaje de oxígeno en el aire terrestre es de un 21% en masa; un tanto por ciento más bajo significaría un mayor esfuerzo para el pulmón humano, porque para obtener el mismo oxígeno tendría que calentar una cantidad mayor de nitrógeno y otros gases inútiles para él, y por otra parte un porcentaje mucho más alto significaría un peligro altísimo de incendio y de explosión, el aire se convertiría en un polvorín. También la presión del aire debería ser, si no igual, sí similar a la terrestre, y luego está la cuestión de la temperatura: el margen térmico en el que el hombre puede vivir es muy estrecho para las oscilaciones de temperatura que se dan en el espacio. El planeta que nos acoja debería estar a una distancia razonable, ni muy cerca ni muy lejos, de la estrella más cercana, y tener por otra parte una órbita bastante regular para que los cambios térmicos a lo largo de ella no fueran demasiado bruscos. En toda la inmensidad del universo puede haber planetas que cumplan todas estas condiciones, pero serían realmente difíciles de encontrar. Por lo tanto, películas como La guerra de las galaxias, donde los humanos se pasean y respiran como Pedro por su casa por un montón de planetas distintos y lo suficientemente cercanos como para viajar de uno al otro en poco tiempo, son como mínimo muy inverosímiles.

Es probable que, si algún día hay colonias humanas en otros planetas, tengan que vivir mediante la creación de una atmósfera artificial similar a la de la Tierra, y no en las condiciones reales del planeta de acogida. Incluso el problema de la atracción gravitatoria se podría solucionar generando un movimiento con una aceleración que compensara la diferencia de gravedad entre el nuevo planeta y la Tierra (de la misma forma que cuando un ascensor empieza a subir nos sentimos más pesados). Una de las películas más realistas y correctas en ese sentido es Desafío total, donde los humanos residentes en Marte vivían en una especie de bunker gigantesco y se planteaban los problemas de la escasez del oxígeno: los ciudadanos de las colonias seguramente tendrán que pagar, junto al agua y la luz, su recibo por el aire que respiran.


José Antonio López (Vigo)
jal@greenday.zzn.com

http://ciencianet.com/ciencvsfic2.html

domingo, 15 de abril de 2007

EL PODER DE LA INTENCIÓN


Por Brian Tracy
Cualquier creencia se puede hacer realidad si es sincera y apasionada. El ser humano actúa siempre de un modo coherente con sus creencias, sobre todo con las que se refieren a sí mismo. En este sentido, rechazamos la información que contradice lo que ya hemos decidido creer, tanto si nuestras propias creencias y prejuicios se basan en hechos reales o en la fantasía.
No hay peores creencias que las autolimitadoras, aquellas que genera usted mismo cuando se considera incapacitado para algo. Así, por ejemplo, podría pensar que posee menos talento que otros o que los demás son, de algún modo, superiores a usted; o también podría haber caído en la trampa, muy habitual por cierto, de venderse por debajo de sus posibilidades o de su auténtica capacidad.
Las creencias auto limitadoras actúan a modo de frenos de su potencial, le retienen, alimentan los dos grandes enemigos del éxito personal -la duda y el miedo-, le paralizan y hacen que vacile a la hora de asumir riesgos inteligentes, necesarios para el pleno desarrollo de sus genuinas capacidades.
Para progresar, para evolucionar hacia adelante y hacia arriba en su vida y en su profesión, debe desafiar continuamente sus creencias autolimitadoras; rechazar cualquier idea o sugestión relacionada con sus propias limitaciones; y aceptar como principio fundamental que usted es una persona sin límites, capaz de hacer todo lo que han hecho los demás.
En realidad, nadie es mejor que usted ni más inteligente que usted. Si a otros les van mejor las cosas se debe, en gran medida, a que han desarrollado más su talento y sus capacidades naturales, y a que han estudiado y aplicado las leyes de la causa y el efecto a su vida antes que usted. Es muy probable que pueda hacer todo lo que haya hecho cualquier otro individuo, siempre dentro de unos límites razonables.
Todo lo que se espera con confianza se convierte en una profecía infalible. Nuestra manera de pensar y de hablar sobre el futuro de las cosas nos convierte en adivinos en nuestra propia vida. Cuando se espera y confía que ocurra algo positivo, casi siempre se hace realidad, mientras que cuando se esperan cosas negativas, el destino no suele defraudarnos.
Las expectativas tienen un efecto extraordinario en quienes nos rodean. Lo que esperamos de la gente y de las situaciones determina, más que cualquier otro factor, nuestra actitud hacia ellas, devolviéndonos nuestra actitud, positiva o negativa, como si se tratara del reflejo de un espejo.
En su vida personal, sus expectativas respecto a lo que le rodea e incluso su futuro tienden a cumplirse y ejercen una poderosa influencia en la gente y en los sucesos, tanto para bien como para mal.
El ser humano es un imán viviente que atrae invariablemente a la gente, a las situaciones y a las circunstancias que están en armonía con sus pensamientos dominantes. Esta ley explica la mayoría de los éxitos y los fracasos en la vida; es tan poderosa, penetrante y omnipresente que influye en todo lo que hacemos o decimos e incluso en lo que pensamos o sentimos.
Todo lo que tiene en la vida, ha conseguido atraerlo hacía sí gracias a su modo de pensar y a su forma de ser. Y dado que puede cambiar estos dos factores, es decir, la forma de pensar y la forma de ser, puede cambiar también su vida.
Seguro que habrá oído decir en más de una ocasión: «Dios los cría y ellos se juntan» o «Los deseos se cumplen». Son diversas formas de expresar la ley de la atracción.
Los pensamientos son muy poderosos, constituyen una especie de energía mental que viaja a la velocidad de la luz y son capaces de superar cualquier obstáculo. Ésta es la razón, por ejemplo, por la que se puede pensar en una persona, a veces desde una gran distancia, y un segundo después, suena el teléfono.... ¡esa persona al habla! Los pensamientos han establecido contacto con ella

"Estamos hartos de la invasión de la religión"

LA ENTREVISTA // LUC FERRY, POR ELIANNE ROS

Luc Ferry, Exministro de Francia, filósofo, autor de 'Aprender a vivir'


Su libro Aprender a vivir (Taurus), superéxito de ventas en Francia, intenta abrirnos los ojos sobre el verdadero sentido de la filosofía. Como padre de la ley del velo --fue ministro de Educación entre el 2002 y el 2004--, Luc Ferry (París, 1951) defiende una religión limitada a la esfera privada y reivindica una espiritualidad laica.

--¿Para qué sirve hoy la filosofía?
--Pues para lo mismo que ayer. La cuestión es llevar una vida buena, feliz. Para ello hay que superar los miedos que nos atenazan. Especialmente el mayor de todos ellos: el miedo a la muerte, la propia o la de los seres a los que queremos. Mientras estamos atenazados por el miedo no podemos acceder ni a la libertad ni a la generosidad.

--O sea, que sirve para lo mismo que la religión
--Las dos plantean la misma cuestión. Las religiones concluyen que el amor salva de la muerte. La gran diferencia es que en las religiones salvan Dios y la fe. Y la filosofía sostiene que podemos salvarnos por la razón. Si usted es creyente, estupendo, pero si no, se planteará cosas como el duelo por el ser querido.

--¿La filosofía resuelve eso?
--Imagine que tiene una varita mágica para hacer respetar los derechos humanos. No habría violaciones, ni exterminios, sería un mundo justo. Pero ello no le salvaría de envejecer o de tener un cáncer. No hemos entendido que hay un espacio intelectual que concierne a las cuestiones de espiritualidad laica. Ahí hay todo un espacio de reflexión nuevo que no es ni de la moral ni de la religión. Eso es la filosofía, siempre lo ha sido.

--En cambio, cada vez se estudia menos. No le vemos utilidad.
--Porque confundimos filosofía con reflexión moral, llamamos filósofos a intelectuales que se comprometen por Bosnia o Darfur. Eso es idiota.

--Entonces, hay pocos filósofos.
--Hemos decidido que Sartre era un filósofo porque se comprometió con Vietnam. Todo el mundo puede hacer eso. Pero las grandes filosofías --existen cinco o seis-- son otra cosa. Son estructuras intelectuales en las que encontramos abrigo frente a nuestros miedos y la fuerza para volver a la calle a afrontar el peligro.

--La filosofía nos vacuna contra el dogmatismo?
--También. Seamos francos, hoy todas las guerras, desde Irlanda a Yugoslavia o Darfour, están estructuradas por la religión. En el contexto actual, la filosofía es una medida de salubridad pública. Estamos hartos de la invasión del espacio público por parte de la religión.

--¿Por eso hizo una ley que prohíbe los signos religiosos en la escuela?
--Sí, estoy muy contento de esta ley.

--Pero tiene efectos secundarios. Surgen escuelas musulmanas...
--La gente no sabe que Francia tiene cinco millones de musulmanes y un millón de judíos. En el 2002 se produjo un reflejo de la segunda intifada en la escuela. Hubo muchos ataques antisemitas, que no tenían nada que ver con la extrema derecha, sino con el 11-S y la guerra israelo-Palestina. Había que intervenir.

--Pero si cada comunidad crea su escuela, aumentan las fronteras.
--Es una cuestión de cantidad. De 12 millones de escolares, unos 1.800 van a escuelas musulmanas. En términos de integración, hemos ganado. Antes había 1.000 casos de niñas que no querían retirarse el velo. Ahora no hay ninguno.

--Usted defiende una política del sentimiento.
--Hay tres grandes valores por los que históricamente la gente se ha sacrificado: Dios, la patria y la revolución. La derecha lucha por la patria, y la izquierda, por la revolución. Hoy, en Europa, lo sagrado ha desertado de los valores tradicionales y se ha encarnado en la humanidad.

--Explíquese
--Verá, en los últimos 50 años se ha pasado de la familia tradicional, que era una unidad económica y de producción, a la familia moderna, fundada sobre el amor. Eso conlleva una sacralización del otro. Hay que reconstruir la política sobre la idea de que la vida privada es el vector de lo colectivo. Todos tenemos los mismos problemas de divorcio, de fracaso escolar, de poder adquisitivo, de padres que envejecen. Los políticos aún no lo han entendido.

--¿Y cómo deberían reaccionar?
--Aún creen que la vida privada es egoísta, pero es todo lo contrario. Nos vuelve sensibles a los demás como jamás en la historia de la humanidad. Las ONG son eso. Deberían reflexionar más en términos de generación futura, como hace la ecología. El problema de fondo no es la nación, sino qué mundo dejaremos a esos hijos a los que amamos tanto.

--Tanto amor nos hace más frágiles.
--Efectivamente, ante la muerte del ser amado estamos menos protegidos que una persona de la edad media, que tenía en la religión su red de seguridad. El hombre moderno tiene menos dispositivos para asumirlo, por eso vive más angustiado. La filosofía debe servirnos para reinventar la vida sin la protección de la religión, una espiritualidad laica.