EL SER HUMANO Y EL ORDEN DE LOS PRIMATES
En la actualidad, se admite como un hecho científico que
todos los seres vivos, incluido el ser humano, proceden de otros por evolución,
y se entiende por proceso de
hominización el proceso mediante el cual aparece el ser humano a partir de
otros seres vivos, en concreto, a partir de los primates. Así, el ser humano
actual es el Homo sapiens sapiens.
Si consideramos esta clasificación desde el punto de vista de la evolución,
tenemos que recorrerla en sentido inverso: primates
(orden) > antropoideos (suborden)
> hominoideos (superfamilia) >
homínidos (familia) > Homo (género) > Homo sapiens (especie) > Homo
sapiens sapiens (subespecie).
Sin necesidad de adentrarnos en un estudio pormenorizado del
orden de los primates y de sus ramificaciones evolutivas, hemos de destacar las
siguientes afirmaciones:
✔ El
ser humano pertenece al orden de los primates. Ello significa que comparte con
éstos un conjunto de rasgos notables: manos prensiles (no así los pies) y extremidades delanteras con funciones especializadas; agudeza visual; ciertas características en la procreación,
como un número reducido de crías por parto y una gestación e infancia
prolongadas; un apreciable desarrollo
del cerebro y una cierta complejidad
en la vida social. Este conjunto de rasgos constituye lo que puede llamarse
la herencia primate de la naturaleza
humana.
✔ En la línea evolutiva que progresa hasta el
ser humano hay dos momentos que
suelen considerarse especialmente significativos. El primero de estos
momentos se produce con la diversificación
de los homínidos, que se prolongará hasta nosotros. El segundo momento
decisivo tendrá lugar con la aparición
del género Homo. En este caso, dentro de la familia de los homínidos se
produjo una bifurcación importante a partir del homínido Austhralopithecus afarensis:
una de sus derivaciones culminaría en el género Homo, mientras que por la otra
rama se desarrollarían otros tipos de australopitécidos de los cuales no queda
descendencia ya que desaparecieron.
5.2. LOS HOMÍNIDOS SE
PONEN DE PIE
Como acabamos de ver, uno de los momentos decisivos en la
evolución hacia el ser humano actual tuvo lugar en el seno de la familia de los homínidos. Con los homínidos
se producen transformaciones anatómicas decisivas.
Entre ellas el bipedismo posee una
importancia singular. Como señala F. Facchini en El origen del hombre,
el bipedismo trajo consigo notables ventajas
de carácter adaptativo tanto para la alimentación como para la defensa.
Estas ventajas tienen que ver con la liberación
de las manos lo que permite la recogida de frutos y la posibilidad de
empuñar palos y lanzar objetos, sea para cazar o para defenderse. Todo esto
provocó cambios en la forma de vivir,
favoreciendo el alejamiento del territorio y la distribución de funciones entre
macho y hembra.
El bipedismo estuvo
acompañado, a su vez, de importantes transformaciones anatómicas: pie no
prensil y, por tanto, mejor adaptado para el desplazamiento erguido; piernas
aptas para mantenerse en pie y para soportar largas caminatas; acortamiento
progresivo de la pelvis; columna vertebral con curvaturas idóneas para la
posición erecta; cuello especializado para mantener una cabeza de mayor tamaño
y peso. Todo ello acompañado de un aumento considerable del volumen del cráneo
que adquiere formas más redondeadas, de una reducción de los maxilares y de una
nueva disposición dental sin grandes colmillos, produciéndose una disminución
del prognatismo y las mandíbulas y el desarrollo del mentón.
5.3. EL GÉNERO HOMO Y SUS ESPECIES: HABILIS, ERECTUS Y
SAPIENS
El género Homo aparece aproximadamente hace 3 millones de
años. Su antepasado, dentro de la familia de los homínidos, es el Australopithecus afarensis. El género
Homo presenta en su evolución varias especies que, en líneas generales, se
suceden unas a otras: el Homo habilis
primero, el Homo erectus después y,
finalmente, el Homo sapiens.
Con las reservas que impone la escasez de datos y el
carácter fragmentario de nuestros conocimientos, podemos afirmar que el proceso
de hominización entra en su etapa final con el paso que va del Australopithecus
al Homo habilis. Podemos suponer igualmente que las diferencias entre los
australopitécidos y los Homo habilis serían inicialmente pequeñas, pero
llevarían a una mejor adaptación de los Homo habilis y eso hizo que se
expandieran éstos acarreando finalmente la extinción de los australopitécidos.
Junto a una mayor capacidad craneal (450 cc. en el Australopithecus afarensis,
550 cc. en el Australopithecus robustos, 750/800 cc. en el Homo habilis), los
Homo habilis desarrollaron nuevas habilidades técnicas como la fabricación organizada de instrumentos
(fabricación de herramientas de piedra -industria lítica-), a la par que un sistema de comunicación (lenguaje) apto
para transmitir información e instrucciones, y una organización social más compleja y eficaz.
Al homo habilis sucedió otra especie, el Homo erectus, presente en África,
Europa y Asia, y que alcanzó una capacidad craneal entre 900/1000 cc., fabricó
herramientas, que también eran de piedra, pero que representaron un gran
progreso con respecto a las fabricadas por su predecesor. Con el homo erectus
se produjeron importantes innovaciones
de carácter cultural, siendo dos de ellas especialmente significativas para
el futuro de la humanidad: 1) la
aparición y difusión de la caza mayor (con todo lo que ésta supone en la
mejora de los instrumentos y en desarrollo de la comunicación, así como en la
cooperación y organización sociales) y 2) el
dominio del fuego, las técnicas para producirlo y utilizarlo con vistas a
la alimentación, a la supervivencia y a la defensa.
Finalmente, se da el proceso de sapientización, es decir,
el paso del Homo erectus al Homo sapiens. Este proceso va acompañado de un mayor desarrollo del cerebro (la
capacidad craneal será ya de 1500 cc.) y va acompañado también de un desarrollo paralelo en la técnica, en el lenguaje y en la organización social.
Con el proceso de sapientización aparecen y se consolidan ciertas
características que serán ya propias del ser humano actual. Una muy importante
es la autoconciencia, la conciencia
de sí mismo: los miembros de la colectividad “descubren” su valor como individuos y no meramente
como miembros del grupo. Este fenómeno se refleja en prácticas relacionadas con la muerte (que es siempre una
experiencia individual): sepulturas, ritos funerarios, etc. Seguramente, el
desarrollo de la autoconciencia guarda relación con el desarrollo del arte que
tiene lugar en el Paleolítico superior.
La aparición del Homo
sapiens tiene lugar aproximadamente hace 150.000 años. A lo largo de 100.000
años (desde hace 150.000 hasta 50.000 años) aparecen distintos ejemplares de
Homo sapiens arcaicos. El más conocido de éstos es el hombre del Neandertal (Homo sapiens neanderthalensis). Después
aparece el hombre de Cro-Magnon.
Finalmente, hace aproximadamente 50.000 años, aparece el Homo sapiens sapiens que es el último y definitivo representante de
la humanidad.
Al Homo sapiens
sapiens se debe la extensión de la
humanidad a todos los lugares del planeta (si exceptuamos la Antártida),
primero a Australia desde Indonesia y después a América a través del estrecho
de Bering, hasta extenderse por todo el continente de norte a sur. A él también
se debe la gran revolución del Neolítico.
La revolución del Neolítico tuvo lugar alrededor del año 7000 a. C., gracias a
ella se produjo la transformación cultural más espectacular y definitiva de la
humanidad. El acontecimiento fundamental en la revolución neolítica fue el descubrimiento de la agricultura y la ganadería, que sustituyeron a la
recolección y la caza, y permitieron el paso de una vida nómada basada en una
economía de recolección (pesca, caza, frutos silvestres) a una vida sedentaria
fundamentada en una economía de producción. La agricultura y la ganadería
dieron lugar a fenómenos socioculturales radicalmente nuevos, tales como: la
urbanización (asentamiento de poblaciones), el crecimiento demográfico, nuevas
formas de intercambio económico (que finalmente se orientarían al mercado y
al dinero), organización social
estratificada, transición hacia formas
estatales de organización política (con la creación de ejércitos, de
funcionarios, etc.), realización de importantes obras públicas, etc. La revolución neolítica ha sido decisiva en el
futuro desarrollo de la humanidad. Constituye el punto de inflexión más
importante para la especie humana. Ninguna revolución posterior puede
comparársele, salvo -quizá- la revolución industrial iniciada en Europa a
partir del siglo XVIII y la revolución informática y electrónica en la que
actualmente nos encontramos.
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