lunes, 16 de marzo de 2020

LA GÉNESIS DEL SER HUMANO


EL SER HUMANO Y EL ORDEN DE LOS PRIMATES

En la actualidad, se admite como un hecho científico que todos los seres vivos, incluido el ser humano, proceden de otros por evolución, y se entiende por proceso de hominización el proceso mediante el cual aparece el ser humano a partir de otros seres vivos, en concreto, a partir de los primates. Así, el ser humano actual es el Homo sapiens sapiens. Si consideramos esta clasificación desde el punto de vista de la evolución, tenemos que recorrerla en sentido inverso: primates (orden) > antropoideos (suborden) > hominoideos (superfamilia) > homínidos (familia) > Homo (género) > Homo sapiens (especie) > Homo sapiens sapiens (subespecie).


Sin necesidad de adentrarnos en un estudio pormenorizado del orden de los primates y de sus ramificaciones evolutivas, hemos de destacar las siguientes afirmaciones:

✔ El ser humano pertenece al orden de los primates. Ello significa que comparte con éstos un conjunto de rasgos notables: manos prensiles (no así los pies) y extremidades delanteras con funciones especializadas; agudeza visual; ciertas características en la procreación, como un número reducido de crías por parto y una gestación e infancia prolongadas; un apreciable desarrollo del cerebro y una cierta complejidad en la vida social. Este conjunto de rasgos constituye lo que puede llamarse la herencia primate de la naturaleza humana.

 ✔ En la línea evolutiva que progresa hasta el ser humano hay dos momentos que suelen considerarse especialmente significativos. El primero de estos momentos se produce con la diversificación de los homínidos, que se prolongará hasta nosotros. El segundo momento decisivo tendrá lugar con la aparición del género Homo. En este caso, dentro de la familia de los homínidos se produjo una bifurcación importante a partir del homínido Austhralopithecus afarensis: una de sus derivaciones culminaría en el género Homo, mientras que por la otra rama se desarrollarían otros tipos de australopitécidos de los cuales no queda descendencia ya que desaparecieron.

5.2.  LOS HOMÍNIDOS SE PONEN DE PIE

Como acabamos de ver, uno de los momentos decisivos en la evolución hacia el ser humano actual tuvo lugar en el seno de la familia de los homínidos. Con los homínidos se producen transformaciones anatómicas decisivas. Entre ellas el bipedismo posee una importancia singular. Como señala F. Facchini en El origen del hombre, el bipedismo trajo consigo notables ventajas de carácter adaptativo tanto para la alimentación como para la defensa. Estas ventajas tienen que ver con la liberación de las manos lo que permite la recogida de frutos y la posibilidad de empuñar palos y lanzar objetos, sea para cazar o para defenderse. Todo esto provocó cambios en la forma de vivir, favoreciendo el alejamiento del territorio y la distribución de funciones entre macho y hembra.


 El bipedismo estuvo acompañado, a su vez, de importantes transformaciones anatómicas: pie no prensil y, por tanto, mejor adaptado para el desplazamiento erguido; piernas aptas para mantenerse en pie y para soportar largas caminatas; acortamiento progresivo de la pelvis; columna vertebral con curvaturas idóneas para la posición erecta; cuello especializado para mantener una cabeza de mayor tamaño y peso. Todo ello acompañado de un aumento considerable del volumen del cráneo que adquiere formas más redondeadas, de una reducción de los maxilares y de una nueva disposición dental sin grandes colmillos, produciéndose una disminución del prognatismo y las mandíbulas y el desarrollo del mentón.

5.3. EL GÉNERO HOMO Y SUS ESPECIES: HABILIS, ERECTUS Y SAPIENS

El género Homo aparece aproximadamente hace 3 millones de años. Su antepasado, dentro de la familia de los homínidos, es el Australopithecus afarensis. El género Homo presenta en su evolución varias especies que, en líneas generales, se suceden unas a otras: el Homo habilis primero, el Homo erectus después y, finalmente, el Homo sapiens.

Con las reservas que impone la escasez de datos y el carácter fragmentario de nuestros conocimientos, podemos afirmar que el proceso de hominización entra en su etapa final con el paso que va del Australopithecus al Homo habilis. Podemos suponer igualmente que las diferencias entre los australopitécidos y los Homo habilis serían inicialmente pequeñas, pero llevarían a una mejor adaptación de los Homo habilis y eso hizo que se expandieran éstos acarreando finalmente la extinción de los australopitécidos. Junto a una mayor capacidad craneal (450 cc. en el Australopithecus afarensis, 550 cc. en el Australopithecus robustos, 750/800 cc. en el Homo habilis), los Homo habilis desarrollaron nuevas habilidades técnicas como la fabricación organizada de instrumentos (fabricación de herramientas de piedra -industria lítica-), a la par que un sistema de comunicación (lenguaje) apto para transmitir información e instrucciones, y una organización social más compleja y eficaz.

Al homo habilis sucedió otra especie, el Homo erectus, presente en África, Europa y Asia, y que alcanzó una capacidad craneal entre 900/1000 cc., fabricó herramientas, que también eran de piedra, pero que representaron un gran progreso con respecto a las fabricadas por su predecesor. Con el homo erectus se produjeron importantes innovaciones de carácter cultural, siendo dos de ellas especialmente significativas para el futuro de la humanidad: 1) la aparición y difusión de la caza mayor (con todo lo que ésta supone en la mejora de los instrumentos y en desarrollo de la comunicación, así como en la cooperación y organización sociales) y 2) el dominio del fuego, las técnicas para producirlo y utilizarlo con vistas a la alimentación, a la supervivencia y a la defensa.

 Finalmente, se da el proceso de sapientización, es decir, el paso del Homo erectus al Homo sapiens. Este proceso va acompañado de un mayor desarrollo del cerebro (la capacidad craneal será ya de 1500 cc.) y va acompañado también de un desarrollo paralelo en la técnica, en el lenguaje y en la organización social. Con el proceso de sapientización aparecen y se consolidan ciertas características que serán ya propias del ser humano actual. Una muy importante es la autoconciencia, la conciencia de sí mismo: los miembros de la colectividad “descubren” su valor como individuos y no meramente como miembros del grupo. Este fenómeno se refleja en prácticas relacionadas con la muerte (que es siempre una experiencia individual): sepulturas, ritos funerarios, etc. Seguramente, el desarrollo de la autoconciencia guarda relación con el desarrollo del arte que tiene lugar en el Paleolítico superior.

 La aparición del Homo sapiens tiene lugar aproximadamente hace 150.000 años. A lo largo de 100.000 años (desde hace 150.000 hasta 50.000 años) aparecen distintos ejemplares de Homo sapiens arcaicos. El más conocido de éstos es el hombre del Neandertal (Homo sapiens neanderthalensis). Después aparece el hombre de Cro-Magnon. Finalmente, hace aproximadamente 50.000 años, aparece el Homo sapiens sapiens que es el último y definitivo representante de la humanidad.

Al Homo sapiens sapiens se debe la extensión de la humanidad a todos los lugares del planeta (si exceptuamos la Antártida), primero a Australia desde Indonesia y después a América a través del estrecho de Bering, hasta extenderse por todo el continente de norte a sur. A él también se debe la gran revolución del Neolítico. La revolución del Neolítico tuvo lugar alrededor del año 7000 a. C., gracias a ella se produjo la transformación cultural más espectacular y definitiva de la humanidad. El acontecimiento fundamental en la revolución neolítica fue el descubrimiento de la agricultura y la ganadería, que sustituyeron a la recolección y la caza, y permitieron el paso de una vida nómada basada en una economía de recolección (pesca, caza, frutos silvestres) a una vida sedentaria fundamentada en una economía de producción. La agricultura y la ganadería dieron lugar a fenómenos socioculturales radicalmente nuevos, tales como: la urbanización (asentamiento de poblaciones), el crecimiento demográfico, nuevas formas de intercambio económico (que finalmente se orientarían al mercado y al dinero), organización social estratificada, transición hacia formas estatales de organización política (con la creación de ejércitos, de funcionarios, etc.), realización de importantes obras públicas, etc. La revolución neolítica ha sido decisiva en el futuro desarrollo de la humanidad. Constituye el punto de inflexión más importante para la especie humana. Ninguna revolución posterior puede comparársele, salvo -quizá- la revolución industrial iniciada en Europa a partir del siglo XVIII y la revolución informática y electrónica en la que actualmente nos encontramos.


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