lunes, 16 de marzo de 2020

¿DE DÓNDE VENIMOS?



Con frecuencia la respuesta a esta pregunta es que “el hombre desciende del mono”. Y no es del todo correcta. No es correcto decir que descendemos de los monos, como si ya no lo fuéramos. En efecto, nosotros pertenecemos al grupo de los primates, sin embargo no procedemos de ninguna especie actual de mono sino de especies ya desaparecidas.

En la respuesta “el hombre desciende del mono”, aparece la idea de la “evolución“: el cambio gradual de las especies a partir de otras más simples. El evolucionismo fue la teoría expuesta por Charles Darwin (1809-1882), recogida en su obra “El origen de las especies” (1859). En esta obra, Darwin utiliza el concepto de “selección natural” para explicar cómo se produce la evolución de las especies.

La teoría de la selección natural hace dos afirmaciones fundamentales:
  1. No hay creación sino que las especies derivan unas de otras por selección natural.
  2. El ser humano no es sino el último representante del último grupo de vertebrados: los primates. Supone un giro copernicano en relación con la idea que el ser humano tenía de sí mismo haciéndole perder la supremacía que se concedía por encima del resto de los animales.

El proceso evolutivo se explica a partir de dos ideas: 
  1. La lucha por la existencia. La velocidad a la que se multiplican los animales es mayor que la que determina el aumento de los alimentos. Esto hace que éstos entren en competencia entre sí y también con otras especies por los alimentos.
  2. La supervivencia del más fuerte. Se denomina selección natural aquel proceso mediante el cual en esta competencia sólo consiguen sobrevivir los más aptos, aquellos que tienen cierta ventaja adaptativa frente a los demás o otras especies. 

Darwin afirmó también que todos los individuos emparentados descendían de un antepasado común. De esta manera, Darwin no pensaba que el ser humano descendiese del mono, sino que el hombre (un primate) y otros primates descendían todos de antepasados comunes.
Llegamos así al concepto de “hominización”, concepto utilizado para definir los cambios o transformaciones que ha sufrido el ser humano a lo largo del tiempo, es decir, la evolución humana desde una fisonomía parecida a los simios hasta el estado actual. En el proceso de hominización hay una serie de logros fundamentales que han permitido llegar hasta el ser humano actual. Estos logros son:
a) La marcha bípeda (poder caminar con dos pies). Esta forma de locomoción provocó una serie de modificaciones imprescindibles: una columna vertebral con cuatro curvaturas, que permite que el centro de gravedad del cuerpo describa al andar casi una recta, una pelvis ancha, una rodilla que puede doblarse en un solo sentido, un hueso del talón alargado y un pulgar del pie largo y alineado con el resto de los dedos de los pies. La marcha bípeda permitió liberar las manos, que se convirtieron en instrumentos muy sensibles, capaces de manipular los objetos de forma muy precisa. En la mano humana, destaca el pulgar, que es alargado, puede rotar con bastante libertad y puede oponerse al resto de los dedos de la mano.
b) La cara y los dientes. El tercer logro del proceso de hominización es la disminución gradual del tamaño de la cara y de los dientes. Todos los grandes simios están dotados de enormes caninos (colmillos) que destacan del resto de los dientes. A medida que avanzamos en el proceso de hominización, observamos que los caninos van reduciéndose de tamaño. Además, los dientes que sirven para masticar -premolares y molares- han ido disminuyendo su tamaño progresivamente. Estos cambios provocan una disminución del tamaño de la cara y de las mandíbulas. La cara de los primeros antepasados del ser humano era grande y estaba situada al frente del cráneo. A medida que los dientes se redujeron y el cerebro aumentó, la cara disminuyó y varió su posición; así, la cara de los seres humanos actuales está situada debajo, no delante, del cerebro. Otros rasgos: en el ser humano actual destacan la nariz y el mentón en el perfil de la cara.
c) Tamaño del cerebro. La marcha bípeda se adquirió mucho antes de que comenzara el aumento del volumen del cerebro. La mayoría de los seres humanos actuales tiene una capacidad craneal entre 1.300 y 1.500 cm3. En el transcurso del proceso de hominización, el volumen de la masa cerebral se ha multiplicado más de tres veces. El aumento del tamaño del cerebro y de su complejidad ha permitido la evolución cultural y técnica del ser humano.
d) La adquisición del lenguaje articulado. Paralelamente al desarrollo del cerebro, el lenguaje articulado permitió transmitir información concreta de modo instantáneo. Fue un instrumento perfecto para la evolución cultural del ser humano, que le ha llevado a controlar el planeta, adaptando el entorno a sus necesidades.
Adelantamos aquí una idea resumen del proceso de hominización: La evolución humana no es un proceso lineal, sino que presenta variadas ramificaciones, de manera que nos vamos a encontrar con especies distintas de homínidos que van a vivir al mismo tiempo. Algunos se extinguirán y otros continuarán evolucionando.

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